Todos creados en un abrir y cerrar de ojos
La expresi?n epifan?a viene del griego y, en su sentido cristiano, evoca el milagro de la manifestaci?n de Jesucristo y, m?s ampliamente, el de una revelaci?n divina. Sin embargo, el sentido que exploramos en este ensayo sobre la po?tica vareliana se acerca m?s bien a la connotaci?n que le adjudica Joyce a inicios del XX y que Galv?n reconoce como un fen?meno «conectado a la capacidad instintiva del poeta para descubrir la verdad y la belleza bajo las apariencias enga?osas de la realidad; es el proceso de la revelaci?n de lo espiritual en algo real, com?n y corriente, trivial y cotidiano». En Varela, se da una nueva vuelta a la tuerca y, en el ejercicio epif?nico, m?s que la revelaci?n de lo espiritual en lo real, se da el reconocimiento del cuerpo como la ?nica posibilidad del ser humano, constituy?ndose as? en el locus donde infierno y para?so ocurren indistintamente. El hombre ca?do, el hombre expulsado del para?so, el hombre atravesado por el pecado es quien, desde las tinieblas, puede vivir la iluminaci?n que emana de lo material, de lo humano mismo, y que puede preservar s?lo en tanto no renuncie a la oscuridad: "Revelaci?n. Soy tu hija, tu ag?nica ni?a, flamante y negra como una aguja que atraviesa un collar de ojos reci?n abiertos. Todos m?os, todos ciegos, todos creados en un abrir y cerrar de ojos.
